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Mostrando entradas de 2008

Confidencias

A mí me costó mucho descifrar lo que significaba pensar de a dos, en vez de pensar en uno. Me costó saber que debía pagar dos entradas al cine, y no una. Me costó saber que debía ir hasta su casa, dejarla, para luego volver a la mía. Me costó acostumbrarme a decir todos los días buenas noches, y luego cerrar los ojos. El complemento, la otra parte, ha llegado a mí siempre de casualidad. No creo que Alejandro Casona tenga la culpa, y muchos menos los Héroes del Silencio, aunque, el silencio (solito) sí tiene mucho de culpa. Tiempo atrás una sirena loca se metió a mi casa, asustó a mis ilustres invitados, y nunca pidió disculpas por eso. Arruinó mi mundo, mi fascinante locura, y estableció su sitio en el asiento del copiloto, reconstruyendo mi sonrisa y mi corazón. Y nunca pidió disculpas. Y así como vino, de pronto, me regaló una tacita de colores, y un día se fue. Se fue dejando atrás un asiento vacío, una entrada ya pagada al cine, llamadas que se perdieron quién sabe dónde, besos de ...

de Grafito

La primera tarea complicada al empezar a dibujarte es encontrar un buen ángulo. No me refiero a que no exista, ojo, sino todo lo contrario. Lo complicado es encontrar un ángulo en el que pueda sentarme a dibujarte, sin sentir las ganas de abalanzarme encima tuyo. El primer paso es desnudarte. Despacio. Sin prisa. Bajar el cierre de tu vestido por la espalda, hasta llegar la cintura. Luego, deslizar suavemente las tiras de los hombros hacia abajo. Admito que aquí debo contener de alguna manera la respiración, evitando siempre ir más allá. Ver cómo caen las tiras de tu vestido es un buen aliciente para luego dibujarte. Ahora, ya con el vestido en el suelo, alrededor de tus pies, el panorama será divino. Aquí es donde me alejo, mientras tú te quedas de pie, hasta que indique qué hacer. Siempre debo procurar sentarme a no más de un metro de ti, o un metro y medio. Entonces te pediré que desabroches tu brassiere, siempre despacio, con calma, y que termines por quitarte todo. El paso siguien...

Una furtiva lacrima

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No te vayas, quédate un ratito más. Sí, sé que tienes que irte, que es tarde ya, pero necesito que te quedes aunque sea un momento más. Todo se acaba ¿sabes? siempre habrá un final inexorable, eso lo sé. Pero hoy quiero pensar que no será así. Hoy quiero creer que esto durará para siempre. Todos miramos atrás, analizando cada acto de la vida. Yo lo que más extraño de ella es mi infancia, como todos quizás. La magia de crear un mundo fantástico, donde solía ser un súper héroe. La magia de creer que los viejos eran eternos, y de poder dejarlo todo, para seguir jugando mañana, porque de seguro habría tiempo para seguir. Hoy he perdido esa fe. Hoy sé que todo es tan efímero, y siento ganas de llorar, me envuelve esa melancolía de querer retener la magia de la infancia, de volver a las caminatas por el parquecito, con mamá y papá tomados de la mano, de las súper aventuras alucinantes con mis hermanos, de San Bartolo y el mar, de los viajes, de las sonrisas... Me apena que todo se acabe. Hoy...

Miserere

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Esta mañana siento el estómago revuelto, con las náuseas que me provoca ver las paredes azules, despintadas, viejas, oliendo a húmedo. Sé que te jode que camine desnudo, aunque nunca me ves. Sé que detestas mi cuerpo laxo, mi cabello largo y desordenado, esta barba ridícula y mal afeitada, mis pies grandes, y mis dedos largos. ¡Claro! sé que todo te jode, que todo te molesta. El olor a cigarro. Este maldito olor a cigarro que ha inundado asquerosamente cada rincón de esta pocilga, cada hilo de cuanto trapo he osado llamar ropa. Esta mañana no tengo ganas de escuchar tus lamentos, ni tus quejas de menopáusica. Esta mañana tengo ganas de salir a la calle desnudo. De ir por ahí oliendo a humo de cigarro, con el cabello revuelto, mientras todos me miran pensando quién sabe qué cosas. Es hora de partir, de tomar ese pantalón guinda que has dejado planchado en la silla. Es hora de mirarme nuevamente al espejo con el raído pantalón de corduroy, ancho y flojo, mostrando asquerosamente el bello...

[...]bis

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El martes 15 de abril, una llamada telefónica de madrugada (de esas que inefablemente son malas noticias) me levantó de la cama. - Tío? necesitaba contarte que papá acaba de dejarme encargada, para siempre, su vieja máquina de escribir... Era la voz temblorosa de Facundo, con la única frase que encontró para hacerse a la idea de que el flaco simplemente había decido tomarse uno de sus tantos viajes de incógnito. No supe qué decir, simplemente colgué el teléfono y corrí a sentarme en la mesita al lado de la cama, para escribir una carta de despedida al flaco, al escritor famoso del Cusco, al hijo querido de San Marcos, a ese peruanazo ilustre, a mi hermano, a Fab. Lima, 15 de abril de 2008 Querido flaco: Hoy el teléfono, luego de mucho tiempo, volvió a hacerme llorar. No se trata de hacer un drama, hermano mío. Se trata de poner en práctica las ideas de la loca de Sophía, esa teoría de que el alma siempre se queda dando vueltas para despedirse de los demás, antes de partir. Tanto tiempo...

Mi mamá me mima

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Eso de recordar palabras a mi nunca me funcionó. Yo tengo grabados olores. El olor a esmalte de pintura del nido San Nicolás. El olor a madera vieja de las escaleras del nido Santa Bernardita. El olor a Vinifán y cuaderno nuevecito de los primeros años del Raimondi. Y siempre viene a mí el olor del perfume de mi mamá. Nunca supe la marca, pero siempre lo he asociado a su sonrisa. A la vaga imagen de mi mano de niño, pequeñita, tomada de la mano de mi mamá justo antes de cruzar alguna pista por Lince. A las caricias en la cabeza que siempre fueron, y serán, mi punto débil para poder dormir. A la mirada de calma, de paz, de amiga, de compinche, para todas las pesadillas que vinieron a mí hace ya casi 30 años. Me pasa a menudo que vienen imágenes antiguas a mi mente, y me sorprenden de pronto. El recuerdo de un paseo en el viejo escarabajo naranja mandarín, con mi mamá al volante, su pañuelo setentero, y sus anteojos Janis Joplin, cantando a dúo conmigo alguna canción. Recuerdo a mamá sie...

Pido un aplauso!

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Ser peruano es muchísimo, es una bandera tatuada en el corazón de por vida, es un título del mejor hincha del mundo, fiel a su equipo en todo, en todas, en las peores. Es ser un afortunado de sentarse a la mesa en cualquier rincón del país, porque sepa el mundo que tenemos la mejor cocina que pueda existir, y mención aparte al ají de gallina, y a la papa a la huancaína. Eso no puede considerarse un plato de comida, es sin lugar a dudas, un regalo de los dioses. Ser peruano es ver a la gente darse la mano, a la Sra. Dorotea Torpoco acercándose a la puerta trasera del Estadio Nacional, para donar dos latitas de leche, porque la tercera será para ella ya que dentro de su pobreza, y a sus 71 años, también se necesita algo para comer, pero nuestros hermanos del sur la están pasando mucho peor que ella. Ser peruano es ver a Juan Diego Flores rompiéndola en el mundo, y escuchar al gran maestro Pavarotti haberle dejado encargado su lugar como mejor tenor del mundo. Es asistir, por cursi que se...

En la sien

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¿Alguna vez has sentido el cañón metálico y frío de una pistola en la sien? Siempre he pensado que esto de la vida es para aquellos que tienen ganas de pelear. Yo, desde hace mucho tiempo, me di cuenta de que apostaba por la paz, que detesto pelear. Aldo tenía 23 años, ahora tendría 34. El chino era mi ídolo. La primera tabla que tuve entre mis manos me la dio él, y fue él quien me enredó en este extraño vínculo con el mar. La primera vez que vi a una mujer desnudándose para mí fue cortesía del chino, y el primer tipo que me dijo hermano, sin que en realidad lo fuera, fue el chino. La vida patea al todo el mundo, es cierto. Ni tú ni yo hemos sido la excepción. La diferencia está en el grado de resistencia al dolor, en cuántas patadas logres soportar. Aldo nació en el seno de una familia bien, de esas que no se pueden dar el lujo de tener un hijo problema, sino que en todo caso deciden mandarlo a estudiar bien lejos, basados en el gran lema “ojos que no ven…”. Cuando volvió de EEUU est...

Fue

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Hoy es una noche de esas en las que provoca hacer algo, pero el problema es que no se sabe qué es ese algo que provoca. Quisiera saber qué es de tu vida, cómo has estado, si has pensado alguna vez en mí, si me has extrañado, si es que alguna vez estuviste a punto de marcar mi número en el celular, pero te arrepentiste, y colgaste. Casi siempre, al menos para mí, cuando me pasa esto de no saber qué hacer, resuelvo el impase fumando. La primera vez que fumé un cigarro, me lo invitaste tú. Siempre odié a la gente que fumaba. Todos buscan una pose. Los odiaba. Te odiaba porque fumabas. La primera vez que me viste, y me dijiste ¿quieres? seguramente te debo haber mirado con esa cara de idiota que ponía al verte, y estúpidamente te acepté el cigarro, y puse una pose de tipo canchero. Ahora es de madrugada, tengo miles de cosas en la cabeza, y tenías que aparecer tú. Tenías que venir a joderme esta noche jodida. Tenías que venir a mí, con tus hombros desnudos, suaves, adornados con pecas, co...

LimaGris

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Lima de noche es una ciudad particularmente grisácea. No quiero decir con esto que sea una selva de cemento, aunque tiene sus ángulos (hay cosas que ni qué). Pero volviendo al tema, Lima tiene este aspecto gris, que hasta de noche, cuando todo es azul oscuro, sigue pareciendo gris. Puede que digan que la iluminación del centro histórico, que la calidez del centro miraflorino, que la vista desde Larcomar, que el cafecito del Zeta, o un capresse en La Baguette. Pero vamos! que igual la ciudad sigue pareciendo gris. Y la cosa queda redonda si "llueve". En primer lugar, esto es lluvia? Lluvias son las de Cusco, las de Cajamarca, las de Ayacucho! esas donde provoca pararse en medio del chaparrón, y quedar a merced del cielo. Pero lo que cae acá es casi un estornudo grande. Una gotitas menudas, que más es lo que joroban que otra cosa. Y claro está, si Lima es ya gris, con la "lluvia" se adorna con un barro arenoso, que mancha el talón del pantalón, o te arruina las tabas ...

El circo de la calle

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Hace mucho tiempo que los semáforos en rojo de las calles de Lima son la señal que indica el salto al ruedo de los artistas de la calle: tipos haciendo malabares con bolas, clavas, dando volantines por los aires, jugando con fuego. Son las 5 de la tarde. Cruce de la Av. Petit Thouars con Alejandro Tirado, en Santa Beatriz. Michael Matos (pero le pueden decir Mico), está sentado a un lado de la pista junto con un amigo del barrio, Leo, en pleno ritual de calentamiento. Mico tiene 24 años. Es un tipo flaco, no muy alto, con el pelo bastante largo y desordenado. Leo, en cambio, tiene 22 años, es bajo, de barba tupida, con una voz carrasposa. Ambos llevan puestos sus uniformes de trabajo, que no es más que un buzo viejo, un polo rojo y un sombrero ridículo, al mejor estilo de Chaplin. Se dedican a esto desde hace 8 años, y ahora enseñan lo que han aprendido a los niños del barrio de La Victoria. Apenas hemos empezado a hablar, cuando de pronto se pone de pie (“ un toque, chino ”), y dan in...

EL TIEMPO DETENIDO EN UNA POLAROID

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Juan Pereira Segovia siempre camina mirando al piso. Abraza muy fuerte el maletín raído donde guarda su Polaroid SX-70, que lo acompaña desde hace mucho tiempo. Ni bien pisa la Plaza San Martín se adueña del centro de la plaza y se coloca su chaleco. Todos allí usan un chaleco verde que dice fotógrafo municipal, pero su chaleco es azul, y dice Polaroid. Está viejo, con 72 años encima y recuerdos alucinantes de las fotos que ha tomado, como cuando el mismísimo Fernando Belaúnde Terry lo mandó llamar para inmortalizar uno de sus cumpleaños en el Cordano; o cuando en pleno momento de fotografía, un joven decidió parar el asunto, para pedirle a su enamorada que se casara con él. Don Juan nació en Ancash, pero vive en Lima desde hace muchos años. Su primer trabajo en la capital fue como carpintero, ayudando a su tío Manuel. Un día su amigo Cirilo, fotógrafo del parque universitario, lo animó a aprender el arte de la fotografía al minuto, y desde entonces cambió la madera por la cámara. No t...

No les pasa a Uds.?

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No les pasa a Uds. que hay días en los que cuesta más levantarse? Días en los que los pies están verdaderamente cansados, donde el café no tiene sabor, donde el tráfico de Lima está ahora sí infernal, donde se te olvida el fotocheck en casa, donde entregas tu informe a destiempo, donde nadie te presta atención, donde te olvidas del aniversario porque en realidad hay cosas mucho más serias en qué pensar, donde por haberte olvidado de tamaña fecha recibes tamaña reprimenda sin lugar a objeciones, donde lo último que querías era discutir y lo que más querías era escuchar su dulce voz, donde en la calle pisas caca sin darte cuenta, donde en la combi que va chorréandose de personas, estás realmente al fondo, y debes bajarte en la siguiente cuadra. donde cuando llegas a casa recuerdas que olvidaste revisar el informe que definitivamente te pedirán mañana a primera hora, donde te saludan habla gordo! por la calle, cuando tu alucinabas ser flaco, donde tus pies están más cansados que nunca, do...