Mi mamá me mima

Eso de recordar palabras a mi nunca me funcionó. Yo tengo grabados olores. El olor a esmalte de pintura del nido San Nicolás. El olor a madera vieja de las escaleras del nido Santa Bernardita. El olor a Vinifán y cuaderno nuevecito de los primeros años del Raimondi. Y siempre viene a mí el olor del perfume de mi mamá.
Nunca supe la marca, pero siempre lo he asociado a su sonrisa. A la vaga imagen de mi mano de niño, pequeñita, tomada de la mano de mi mamá justo antes de cruzar alguna pista por Lince. A las caricias en la cabeza que siempre fueron, y serán, mi punto débil para poder dormir. A la mirada de calma, de paz, de amiga, de compinche, para todas las pesadillas que vinieron a mí hace ya casi 30 años.
Me pasa a menudo que vienen imágenes antiguas a mi mente, y me sorprenden de pronto. El recuerdo de un paseo en el viejo escarabajo naranja mandarín, con mi mamá al volante, su pañuelo setentero, y sus anteojos Janis Joplin, cantando a dúo conmigo alguna canción.
Recuerdo a mamá siempre como una hormiguita, en pie desde muy temprano, corriendo con las loncheras para el colegio, con el desayuno, con los besos antes de partir al trabajo, con más besos al volver del trabajo, con las historias de las seis de la tarde, con Milo y las tareas. Y siempre la recuerdo con esa sonrisa linda, de mi mamá.
Hoy la vi desde muy temprano. Ya no lleva el pañuelo setentero, ni los anteojos Janis Joplin, y tampoco cantamos a dúo en el bolochito, pero sigue siendo la misma hormiguita de siempre. No hay loncheras, pero hay desayunos. Y hay besos, y adioses al irse todos al trabajo, y hay más besos, como siempre, al volver. No hay más Milo por la tarde, pero las historias siempre siguen dando vuelta a la mesa, con su tecito caliente.
Es cierto que no soy más el niñito que le tomaba la mano para cruzar alguna calle de Lince; y es cierto que ahora mi mamá es más bajita que yo. Pero esta noche, en que los recuerdos se me vinieron encima, y me asustan, extraño tanto el olor de las manos de mi mamá, y de sus caricias por la noche, que siempre fueron, y serán, mi punto débil para poder dormir.
Sálvalo mamita,
sálvame de tantas noches de naufragio,
sálvalo todo, o salva lo que puedas...
Aunque no salves nada, sálvalo mamita.
Comentarios
Maravillosas palabras.
G