Miserere

Esta mañana siento el estómago revuelto, con las náuseas que me provoca ver las paredes azules, despintadas, viejas, oliendo a húmedo. Sé que te jode que camine desnudo, aunque nunca me ves. Sé que detestas mi cuerpo laxo, mi cabello largo y desordenado, esta barba ridícula y mal afeitada, mis pies grandes, y mis dedos largos.
¡Claro! sé que todo te jode, que todo te molesta. El olor a cigarro. Este maldito olor a cigarro que ha inundado asquerosamente cada rincón de esta pocilga, cada hilo de cuanto trapo he osado llamar ropa. Esta mañana no tengo ganas de escuchar tus lamentos, ni tus quejas de menopáusica. Esta mañana tengo ganas de salir a la calle desnudo. De ir por ahí oliendo a humo de cigarro, con el cabello revuelto, mientras todos me miran pensando quién sabe qué cosas.
Es hora de partir, de tomar ese pantalón guinda que has dejado planchado en la silla. Es hora de mirarme nuevamente al espejo con el raído pantalón de corduroy, ancho y flojo, mostrando asquerosamente el bello púbico sobresaliente, con el polo Stone, de la lengüita afuera.
Es una mañana más para enfrentarse a las calles de Lima, a la furia de una manada de inconformes, como yo. Los gritos, las puteadas, las mentadas de madre, los claxons por todas partes, el sonido del martillar de las calles, y la música asquerosa de fondo, que se infiltra por los oídos.
Sé que te jode que todo me incomode. Sé que te jode verme así por las calles. Y lo peor de todo es tener zumbando cada una de tus palabras; sentir en el centro de los ojos tu dedo índice, señalándome. Hace frío, y no tengo un maldito cigarro a la mano. Siento que todos me miran, y desearía tanto desaparecer, terminar el día, volver a las náuseas de las paredes azules.
Llueve, llueve mucho, me da miedo. He caminado ya tanto, siento los pies cansados. Tengo miedo de volver a casa... tanto miedo de saber que me detestas, que detestas respirar de mi aire, que detestas verte en el espejo en que yo me veo, que detestas verme.
Llueve, llueve muchísimo, y estoy muy asustado de tener que seguir caminando, de caminar solo, de no escuchar más tus quejas, de olvidar el sonido de tu voz, de olvidar como te veías a mi lado en el espejo.Tengo miedo de seguir caminando a ese maldito final de cemento, con estas flores que seguramente se irán con esta lluvia.
Llueve muchísimo.
Tengo miedo.
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