Una furtiva lacrima

No te vayas, quédate un ratito más. Sí, sé que tienes que irte, que es tarde ya, pero necesito que te quedes aunque sea un momento más. Todo se acaba ¿sabes? siempre habrá un final inexorable, eso lo sé. Pero hoy quiero pensar que no será así. Hoy quiero creer que esto durará para siempre.
Todos miramos atrás, analizando cada acto de la vida. Yo lo que más extraño de ella es mi infancia, como todos quizás. La magia de crear un mundo fantástico, donde solía ser un súper héroe. La magia de creer que los viejos eran eternos, y de poder dejarlo todo, para seguir jugando mañana, porque de seguro habría tiempo para seguir.
Hoy he perdido esa fe. Hoy sé que todo es tan efímero, y siento ganas de llorar, me envuelve esa melancolía de querer retener la magia de la infancia, de volver a las caminatas por el parquecito, con mamá y papá tomados de la mano, de las súper aventuras alucinantes con mis hermanos, de San Bartolo y el mar, de los viajes, de las sonrisas...
Me apena que todo se acabe. Hoy no quiero que te vayas, quiero detener tu mirada, esa sensación de alegría en la que ya no creo. No quiero que llegue mañana, no quiero que llegue ese final inexorable. Sé que así tiene que ser, pero me rehúso a aceptarlo.
Poco a poco el sueño se esfuma. La casona con todos los tíos, las galletas, los juegos, y las propinas, es ahora una casa vieja, donde los viejos que allí viven se han ido apagando de uno en uno. El súper héroe, compañero de mil batallas ante los más temibles enemigos, se ha marchado luego de 30 años, convertido en un hombre de cuello y corbata, que olvidó que usaba capa y antifaz. Ya no hay más caminatas con los viejos, ya no tengo tu sonrisa al lado, ni tus cabellos entre mis dedos.
Ha caído ya el telón del tercer y último acto. Sé que ha sido genial, y hasta sé que todos aplaudirán de pie. Yo, por mi parte, me pondré mi capa hecha con sábanas, y mi antifaz de franela negra, y me esconderé en la base secreta debajo del escritorio, y veré caer el telón con la angustia terrible, y la pena devastadora, de ese magistral final inexorable.
Ah! Ridi, Pagliaccio, sul tuo amore infranto!
Ridi, Pagliaccio, e ognun applaudirà!
Comentarios
¿Si algo acaba es cierto que algo inicia? ¿Si algo se pierde, es realmente cierto eso de que algo se gana también? ¡Y la culpa, la esperanza, la incredulidad, donde queda! Hay silencio, y no suena mal: el silencio no debe ser una palabra masculina. Estoy seguro, absolutamente seguro, que el silencio es fememnino, huele a mujer, tiene la caballera larga y reluciente como una niña. La silencio es tierna, sufrida y, sin embargo, hace bien. (Qué pastruladas estoy escribiendo!)
Tu texto me hizo regresar. ME dolió, es cierto, pero también me hizo sonreír. ¿Se entiende?
Tú sí me entiendes, so bicho. Sabes que somos dos, aunque de maneras diferentes. Pero bichos al fin y al cabo.
Mi hombro es tuyo, de eso que no te quepa la menor duda.