Entradas

Mostrando entradas de 2010

Perfume

Imagen
No sé qué les sucede a las mañanas... a mis mañanas quiero decir. Despertarme antes que el despertador, y quedarme viéndolo por largo tiempo, con detenimiento, como velando su sueño, hasta que de pronto suena y lo apago para que haga el menor ruido posible, para que no arruine esta quietud enfermiza. Luego levantarme, poner algún disco en el tornamesa, usualmente Miles, destruirme la poca mañana en tanto sonido metálico de una trompeta quizá más atormentada que yo. Y entonces el cigarro encendido en el cenicero, y las dudas de si meterme en la cama para siempre, o si ir por una ducha, y arrancarle segundos a ese tiempo maldito que no sabe más que andar y andar. Y lo curioso es que, en medio de esa prisa inmisericorde, el sonido de los platillos tocados con espumas, suaves, en compases de 12/8, me brinda esa deliciosa esperanza de que todo puede irse a la velocidad que quiera, pero yo pondré mi propia velocidad. Tienes razón, Miles... so what? Una pitada, dos pitadas, escudriñar tras la...

Óleo de un hombre sin sombrero

Hoy me he puesto a pintar, como no lo hacía hace mucho tiempo. Siento que he devorado mi lienzo, lo he destruido y rearmado mil veces, y siento la furia de tener que vomitar todo lo que soy de una vez por todas, sin parar, sin dormir, sin ducharme, para no ser asesinado por mí mismo. Hoy, luego de mucho tiempo, siento este olor a acrílico, a plástico, a melancolía, a vino barato, y nuevamente tengo las manos cuarteadas, manchadas de mí, de mi azul repugnante, de mi amarillo cobarde, de mi verde frustrado, de mi rojo sangre, y me encuentro nuevamente cara a cara con el más terrible de mis demonios, que me deja espatulado en cada rincón de este lienzo sin tregua. Cada trazo que va es una puñalada a mí mismo, certera, profusa, limpia. Y en cada toque de color se me va una lágrima, y luego otra, y entonces el viaje no tiene retorno... la vehemencia se apodera de mí, y el pavor se confunde en colores negros y grises. Hoy he vuelto a verme en mis lienzos, escondido en el rincón de mi habitac...

Run away

Imagen
Lo más grave de enfrentarse a uno mismo es saber que vamos con todas las de perder. No se trata simplemente de tomar una profunda bocanada de aire, de ajustarse fuertemente la correa, de ponerse apretado el nudo de la corbata, de fumarse un cigarro para hacerse compañía. Es mucho más. Y quizá todo pueda comenzar cuando nos peinamos frente a un espejo que nos muestra crudamente ese pliegue de seriedad en la frente, la mirada perdida, la seriedad de esas que no dicen nada, y más bien son un pedido de auxilio. Así sabe uno que está por enfrentarse a si mismo, y que seguramente la batalla vendrá complicada. No sé si pueda responderte qué tenemos que hacer. Lo más probable es que te dé un consejo que yo mismo no sepa cómo poner en práctica, y al final la noche se le cae a uno encima como el pie de un gigante, y no queda más que someterse, y acostarse sabiendo que la daga se va clavando cada vez más. Entonces habrá que salir corriendo, apoyarse en la pared más cercana, vomitar, no mi...