No es conforme, doctor

Supongo que el día en que nací estuve en desacuerdo con el hecho de que me hayan sacado de mi húmedo espacio. Estoy seguro de eso, porque aunque suene algo vallejiano, yo nací disconforme.

Cuando estuve metido en casa, porque la edad no me daba para otra cosa que fastidiar, mi hermano ya iba al jardín de infantes, y entonces tenía cosas que hacer, muy complejas, como palotes y bolitas, y claro, yo no quería quedarme atrás. Así que me pasé muchas tardes llorando y jorobando, porque embebido por aquél espíritu japonés workoholic, quería que me dejaran trabajo a mí también.

Como siempre sucede el tiempo pasó como debía pasar, y entonces finalmente llegué al nido, y me dejaron los palotes, y las bolitas, y hasta unas cosas llamadas bastones, y todo el rollo. Pero, seguramente, a mi hermano también se lo dejaron solo que en el siguiente nivel, y entonces cambié de parecer ipsofacto, y ahora quería aprender a escribir mi nombre, y pintar sin salirme de la línea como lo hacía mi hermano, y además me quejaba por tener que hacer lo que hacía antes porque era aburrido y de seguro yo hacía mucho más que lo que él había hecho el año anterior.

Ojo, todo este rollo no tenía nada que ver con celos, eh. Era simplemente que yo estaba inconforme.

Así siguió la cantaleta y siempre me quejé porque quería hacer algo, que cuando lo hacía me hastiaba y no quería hacer más. Y cuando entré al colegio quería terminarlo ya ya, quería irme pronto. Y cuando me fui me dio pena. Y entonces quería la universidad, pero cuando entré ya no quería. Y también quise ser diplomático, y cuando estuve a punto de, ya no quería más, y quería entonces un estudio de abogados de renombre, pero cuando lo logré, qué pasó? Eso, claro. Ya no lo quería más. Y entonces pensé que el estado sería un trabajo más calmado, donde se pueda aportar más por el país, y donde... se pueda ganar más haciendo menos, a quién engaño.
Y finalmente, lo logré. Y cuando lo tuve qué pasó? Eso... sí.

Harto de estar inconforme con lo que hacía decidí levantar anclas, y mover el navío a nuevos lares, y lo conseguí, me fui muy lejos. A una nueva vida. Completamente distinta que se parecía más a lo que yo quería para mí.

Y estuve entonces en la vida que me había imaginado, en el trabajo que había querido, y me di cuenta de que no era exactamente lo que quería, y que quería más. Quería justo lo que hacían los tipos del costado, porque eso sí era divertido, y ameno. Y era en verdad lo que yo quería. Y si lo hiciera sería el tipo más feliz del mundo. Y quería ganar algo más de dinero, porque es cierto que ahora gano lo que antes quería, pero ahora ya no quiero, sino quiero otra cosa. Lo que tiene el de enfrente.

Entonces, luego de tanta ida y vuelta, siempre contento, pero no tanto, y feliz, aunque no al máximo, me di cuenta de un hecho esencial en mí. Que yo nací inconforme, y es por eso que justamente aparecí en este mundo, en las coordenadas 10° 2′ 0″ S, 77° 1′ 0″, es decir, en el Perú. Y como muestra, todos se sienten felices de ser peruanos, pero hubiera sido mejor ser italianos, o ingleses, o australianos, o qué se yo.

¡Qué les parece! Yo, por mi parte, no estoy de acuerdo.