[...]bis

El martes 15 de abril, una llamada telefónica de madrugada (de esas que inefablemente son malas noticias) me levantó de la cama. - Tío? necesitaba contarte que papá acaba de dejarme encargada, para siempre, su vieja máquina de escribir... Era la voz temblorosa de Facundo, con la única frase que encontró para hacerse a la idea de que el flaco simplemente había decido tomarse uno de sus tantos viajes de incógnito. No supe qué decir, simplemente colgué el teléfono y corrí a sentarme en la mesita al lado de la cama, para escribir una carta de despedida al flaco, al escritor famoso del Cusco, al hijo querido de San Marcos, a ese peruanazo ilustre, a mi hermano, a Fab. Lima, 15 de abril de 2008 Querido flaco: Hoy el teléfono, luego de mucho tiempo, volvió a hacerme llorar. No se trata de hacer un drama, hermano mío. Se trata de poner en práctica las ideas de la loca de Sophía, esa teoría de que el alma siempre se queda dando vueltas para despedirse de los demás, antes de partir. Tanto tiempo...